Los meniscos se desgarran y tu patrimonio también puede hacerlo
La semana pasada esperábamos ansiosamente que una aseguradora nos enviara la autorización para que una paciente pudiera realizarse una cirugía.
Parece que presionamos tanto a los dictaminadores que nos enviaron esta carta que no venía dirigida a nosotros, sino a un hospital en Caracas, Venezuela.
Por favor, observa el presupuesto que viene en la segunda hoja: 2,564,041,220.67 BsF (bolívares) Dos mil quinientos sesenta y cuatro millones cuarenta y un mil doscientos veinte bolívares 67/100.
El diagnóstico fue una ruptura de meniscos. En México eso cuesta aproximadamente unos 100,000 pesos.
¿Cómo sucede que una moneda pierda su valor de esa manera? Y sobre todo, ¿cuál es el efecto de un fenómeno así en la planeación patrimonial?
Empecemos por contestar la segunda pregunta.
En nuestra concepción de la planeación patrimonial hay dos metas para las cuales debemos ser capaces de ofrecer alternativas a nuestros clientes para que puedan lograrlas:
1. Acceso a la mejor medicina privada que les sea posible. Tanto a corto como a largo plazo.2. Conservar e incluso incrementar su nivel de vida al paso del tiempo.
El fenómeno económico que vemos reflejado en este documento es veneno puro para ambas.
Los seguros de salud no pueden sobrevivir en el largo plazo si el incremento en los precios de los insumos médicos es muy superior a su capacidad para incrementar las primas que cobran a los asegurados. O si las primas suben tan rápido que los asegurados no pueden pagarlas.
De hecho, en Venezuela las aseguradoras privadas dejaron de ofrecer seguros de salud porque no tenían forma de actualizar sus tarifas a la velocidad a la que subían (y suben los precios) de los insumos médicos.
Por eso, las únicas compañías aseguradoras de salud que siguen operando en Venezuela son las internacionales. Estas empresas al tener sus reservas para el pago de siniestros fuera del país invertidas en moneda fuerte, principalmente dólares de los Estados Unidos, no tienen problemas para pagar las reclamaciones de sus asegurados.
La devaluación del bolívar se encarga de mantener sus reservas al día. Y claro, actualmente los únicos venezolanos que tienen seguros de gastos médicos son los que tienen dólares fuera del país para pagarlos.
En cuanto a conservar e incluso mantener el nivel de vida en el tiempo este fenómeno lo hace prácticamente imposible. Ahorradores, arrendadores de bienes inmuebles y pensionados ven el valor de su dinero desintegrarse en unos pocos meses.
Seguramente ya habrás caído en cuenta que este fenómeno económico es la inflación.
Todos oímos constantemente de este término, pero casi nadie lo entiende.
Los supuestos expertos de los bancos a los que los noticieros recurren cuando buscan una opinión “experta” confunden con frecuencia las causas con los resultados.
Los economistas reconocen que no comprenden del todo cómo funciona la inflación y menos como predecirla. Incluso el famoso economista inglés, John Maynard Keynes, que en esta administración va a estar muy de moda en México, porque todos van a volverse keynesianos dijo una vez:
No hay forma más sutil, ni más segura de desgastar las bases existentes de una sociedad que la de devaluar la moneda. El proceso alinea todas las fuerzas de las leyes de la economía hacia el lado de la destrucción, y lo hace de una manera tal que solo una persona en un millón es capaz de diagnosticarla.
En esta edición y las próximas de Baqueiro Talks trataremos de convertir a cada uno de nuestros lectores en ese uno en un millón que comprende lo que es la inflación. Platicaremos sobre lo que es la inflación, cómo se mide y de donde viene. Y lo haremos en la forma más coloquial posible.
Este es el momento para entender esto a cabalidad. Porque veremos inflaciones más altas en los próximos tres a cinco años. Y posiblemente mucho más allá.
Para definir y medir la inflación
La definición de inflación es simple. En un aumento generalizado en el nivel de precios.
Esto significa que la medición de la inflación no considera cambios relativos en precios derivados de la oferta y la demanda.
Por ejemplo, si la gasolina sube de precio, por un aumento en el precio internacional del petróleo, eso no es inflación. O si de repente los influencers del mundo enloquecen por la dieta del aguacate y generan una demanda masiva por esa fruta.
Toda transacción es un intercambio de un producto o servicio por dinero. Si inviertes esta idea, puedes decir que la inflación no es un aumento de precios, si no un cambio en el valor del dinero. Al cambiar el valor de este, todo lo que compras con el deberá subir o bajar de precio.
Esa es la definición.
El tema es que medirla es mucho más complicado.
A los amantes de las teorías de la conspiración les encanta afirmar que la medición de la inflación está manipulada… nunca queda muy claro para qué. Pero esa es una teoría muy popular.
Parece ser que la realidad es mucho más aburrida. No existe como tal un solo número que pueda capturar el verdadero valor de la inflación.
Es que sencillamente es demasiado complicado de medir. Cada persona lleva una vida diferente, por lo que compra cosas diferentes. La forma en la que gastamos el dinero cambia según nuestra edad, el lugar en que vivimos y hasta la época del año en la que estamos.
Tomemos dos ejemplos. Hay personas que beberían azufre antes de tomar un refresco embotellado y hay personas que solo toman refrescos. O hay personas que rentan casas y otras que son propietarias. Los cuatro grupos deben aparecer en la medición, ¿pero que ponderación en el gasto darle a cada uno para que refleje la verdadera estructura del consumo de la población y que se refleje el cambio real del precio de las cosas?
Y como esta hay mil preguntas similares que hacer al momento de hacer la medición de la inflación.
Así que debemos de aceptar que ningún índice es perfecto, y que además muy probablemente la medición de los precios que enfrenta la población en general no refleja con precisión el cambio en los precios que tienen los consumidores de servicios como educación privada o seguros de gastos médicos mayores.
Pero nos sirve para darnos una muy buena idea.
En México la medida oficial de la inflación es el Indice Nacional de Precios al Consumidor. Esta medición se construye con una canasta de precios diseñada para reflejar los costos típicos de un consumidor urbano. Aunque hay que tener presente que nadie tiene un incremento de precios en los productos que consume igual al INPC.
La historia del INPC es la historia de las crisis de la economía mexicana.
En la década de los 80´s la inflación anual alcanzó niveles de 117% en 1983 y 176% en enero de 1988. A partir de ese momento los precios empezaron a estabilizarse hasta niveles del 6% en noviembre de 1994.
Luego vino el Error de diciembre de 1994. Esto generó una nueva escalada de precios que llevo la inflación a niveles del 51% en enero de 1996.
Y luego hemos tenido 22 años de estabilidad de precios solo interrumpidos en 2008 y recientemente en 2017.
Salvo que para la mayoría de la población la estabilidad de precios no se percibe como una mejora en su calidad de vida.
La semana que viene platicaremos al respecto. Así como las razones por las cuales esa percepción puede disparar la inflación en los próximos años.
Fuentes:
Elaboración del INPC
https://bit.ly/1F7z45u