La década perdida de los 80s
En las dos últimas entregas he platicado contigo acerca de las crisis económicas que azotaron a nuestros padres y abuelos en 1976 y 1982.
A partir del cambio de gobierno en el que José López Portillo entregó el mando a Miguel de la Madrid Hurtado el país se sumió en un estado de crisis permanente del cual no se saldría hasta el final de la década como se observa en los gráficos 1 y 2.
Gráfico 1
Gráfico 2
Es común que los datos económicos de situaciones que no vivimos nos parezcan muy ajenos, como lo que puedes ver en estas dos gráficas. Pero te invito a seguirme con atención en esta explicación.
Década de los 80´s
La década de los 80´s combino prácticamente nulo crecimiento económico (gráfica 1) con un ciclo constante de devaluación (gráfica 2) y altísima inflación. Sus efectos nos dejan dos grandes enseñanzas que todos nos deberíamos grabar con cincel en la cabeza.
1. Los efectos que tienen en el bienestar de nuestras familias una crisis económica profunda no se resuelven en uno o dos años.
Las décadas de los 50 y los 60, caracterizadas por su estabilidad y acelerado crecimiento económico le permitieron a muchas familias acumular patrimonios medianamente importantes. No me refiero a grandes fortunas del tipo de las familias Bailleres (accionistas en Palacio de Hierro y Peñoles) o los Azcárraga, pero si patrimonios constituidos por un negocio próspero, algunas propiedades y excedentes de efectivo guardados en los bancos.
Muchos de esos patrimonios fueron barridos por la crisis. Y aunque las familias siguieron adelante la gran cantidad de casas que fueron lujosas pero que hoy se vienen abajo por falta de mantenimiento, que puedes observar con solo poner atención en tantas colonias de las ciudades mexicanas, mientras que en ellas viven personas de 70 y 80 años que solo ven disminuir su nivel de vida año con año, son pruebas del enorme daño que estos desastres financieros causan a la gente común.
Las crisis económicas no son puntos en una gráfica. Son historias de familias reales.
2. Resolver una crisis como la de 1982 requiere mucho tiempo y medidas de austeridad muy fuertes.
A nadie le gusta tener que aplicarlas ya que son muy impopulares porque son las clases sociales más numerosas los que pagan los platos rotos de los sueños de utopía de sus gobernantes.
Miguel de la Madrid y su equipo nunca tuvieron la decisión política para realizar los recortes al gasto que se necesitaba hacer para empezar a poner la casa en orden hasta la llegada de Carlos Salinas de Gortari, un joven economista con formación en el extranjero, a la secretaria de Programación y Presupuesto. (En aquella época la Secretaria de Hacienda se encargaba de la recaudación y Programación y Presupuesto de gastarse el dinero).
Las grandes expectativas de principios de los noventa
El Presidente Salinas de Gortari y su equipo económico, encabezado por el Dr. Pedro Aspe Armella, tenían a diferencia de sus predecesores muy claro lo que tenían que hacer para regresar la estabilidad a la economía mexicana. Básicamente, disminuir el gasto hasta ajustarlo a las posibilidades reales que el gobierno mexicano tenía para conseguir recursos. Una parte muy importante de este ajuste era pagar menos intereses por las enormes deudas contraídas durante los años 70s y principios de los 80s.
Y para ello se dieron a la tarea de renegociar la deuda con los bancos acreedores. Cosa que lograron con éxito en 1990.
Tristemente hay que decir que aunque tenían claro que debían hacer para regresar a la estabilidad económica no tuvieron la misma claridad, honradez o sensatez para tomar las medidas necesarias para desbloquear a la economía y que regresará al camino del crecimiento económico sostenido.
Casi 30 años después seguimos pagando las consecuencias de estas decisiones.
Pero por entonces, muy poca gente entendió esto. Y Salinas y su equipo ganaron enorme popularidad por sacar a México de la amenaza permanente del colapso económico.
Desde 1981 el tipo de cambio no se había mantenido estable por más de un año y la inflación comenzó a decrecer.
Había una expectativa generalizada de recuperación económica.
En 1991 los gobiernos de México y los Estados Unidos empezaron a tener acercamientos para establecer un tratado de libre comercio.
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El Tratado de Libre Comercio de América del Norte, TLC o Nafta por sus siglas en ingles, estaba destinado a ser el punto del partida para la segunda etapa del milagro económico mexicano. Después de intensas negociaciones el acuerdo fue aprobado por el congreso de los Estados Unidos a finales de 1993.
Parecía que México se unía al resto de América del Norte y dejaba atrás el subdesarrollo latinoamericano.
Pese a esos éxitos todos conocemos a Carlos Salinas de Gortari como el demonio preferido de los amantes de la teoría del conspiración. Y mucho de su reputación tiene que ver con lo que ocurrió después.
La crisis de 1994 que será el tema de mi próximo artículo.
Fuentes:
http://www.mexicomaxico.org/Voto/PIBMex.htm fecha de consulta 9 de diciembre de 2018