La educación financiera en México ha cobrado relevancia en diferentes sistemas de enseñanza y modelos educativos públicos y privados. Ante los posibles escenarios que se vislumbran hacia el futuro, es necesario conocer alternativas que mitiguen eventualidades económicas en los próximos años. Uno de los ejes por los que cada vez se consume más información de este tipo es el referente al tema del ahorro para el retiro.
No es fácil tomar decisiones que involucran o ponen en riesgo nuestro patrimonio. Evitarlas tampoco resulta ser una alternativa, ya que sólo se está postergando el problema e incluso haciendo más grande.
Para poder tomar una decisión que no afecte al bolsillo personal o familiar es necesario mostrar, en un primer momento, apertura e interés por las finanzas a nivel local e internacional. Datos de S&P arrojan información preocupante, pues según esta entidad financiera sólo el 35% de los hombres y el 30% de las mujeres, a nivel mundial, dice tener conocimiento en educación financiera.
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Razones culturales y psicológicas
“Las personas lo que hacen es tomar atajos”, dijo María José Roa investigadora del Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos (CEMLA) durante la reciente Convención Nacional de Afores. Por lo regular, estos problemas se agudizan en países en donde no se inculca cultura financiera tanto en escuelas como en casa. México es un caso como estos.
1 Disonancia cognitiva. Esta teoría, gestada desde el conductismo por León Festinger, explica que es común despreciar en automático todo aquello que nos pone en una situación de conflicto. Lo peor es que se busca información que a propósito justifique las acciones que se emprenden, aunque éstas sean negativas. Es posible que el lenguaje cifrado y la terminología que utiliza el mundo financiero, produzcan esta actitud.
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2. Ilusión de conocimiento. Es necesario reconocer la carencia de herramientas para interpretar mejor la situación económica global. Solicitar asesoría o acercarse a un experto es lo más recomendable. La educación financiera en México, en este respecto, se ve disminuida por la falta de confianza que se tiene hacia este tipo de especialistas.
3. Conformidad de grupo. Es más fácil imitar las acciones y decisiones de la mayoría. Atreverse a romper con esa espiral silenciosa es quizá el primer paso. ¿Por qué pensar que mi situación económica es similar a la de mi vecino?
4. Exceso de confianza. Como se mencionó en el segundo punto, antes de poner nuestro patrimonio en peligro, es ideal tener un asesor que nos oriente cuando se planea invertir para que advierta posibles riesgos. Igualmente, imaginar que la condición económica del país mejorará por sí misma es una idea que hay que erradicar por completo.
Hábitos de inversión: el objetivo número uno
“La mayoría de las personas no va con asesores financieros; pide ayuda a familiares y amigos”, enfatizó María José Roa. Este fenómeno lo único que ha ocasionado son serios problemas de credibilidad y confianza hacia el sector financiero.
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Uno de los objetivos que debe plantear la educación financiera en México, además de informar, tiene que estar enfocada en la generación de hábitos de inversión y ahorro. Por otro lado, la simplificación de conceptos es fundamental para una óptima comprensión en la cultura financiera.
Pero no basta con apropiarse del lenguaje: la educación financiera llevada a la práctica debe servir para construir puentes económicos y sociales entre más países.
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Fuentes: Forbes