La única historia de inversiones que debes conocer
Como director de una empresa de corretaje de seguros especializado en seguros de personas dedico una muy buena parte de mi tiempo a atender a nuestros clientes de seguros de gastos médicos mayores. Así que todos los días veo como los costos de atención médica aumentan mucho más rápido de lo que lo hacen los ingresos de la mayoría de las personas.
A veces parece que estamos destinados a ver como, inevitablemente, llegue el día en que prácticamente todos nosotros no podremos pagar para asegurarnos adecuados servicios médicos.
Y esa situación se extiende a muchísimos aspectos de nuestra vida. Parece muy difícil llegar a los 70 años de edad y no ver como nuestro nivel de vida va decayendo poco a poco.
¿Qué se puede hacer?
En primer lugar, algo que es increíblemente difícil. Ahorrar un montón antes de cumplir 50 años de edad. Esto es muy fácil de decir, pero la experiencia nos dice que es muy difícil de hacer. Y luego, suponiendo que hayamos tenido la disciplina necesaria para ahorrar hay que aprender cómo poner ese dinero a producir. Aquí es donde entra una historia que me atrevo a apostar que nunca has escuchado en otro lado.
Un tipo de nombre Shelby Davis
Hasta que cumplió 40 años la vida del Sr. Davis podía ser descrita como un fracaso.
El destino le había dado grandes ventajas en su juventud. Había asistido a la muy prestigiada universidad de Princeton, luego había recibido su maestría por la universidad de Columbia y había obtenido un doctorado en Ginebra. Todo esto en un tiempo en que el tener un título universitario estaba reservado a una elite muy exclusiva. Sin embargo, no había podido hacer nada productivo con todo ese conocimiento. Eran los tiempos de la Gran Depresión y conseguir un trabajo bien pagado, ya no diga prosperar, era prácticamente imposible en Estados Unidos.
Para mediados de los 30´s Shelby estaba sin trabajo, sin ahorros y con un porvenir bastante sombrío.
Para sobrevivir, consiguió un trabajo en la política, redactando discursos. Pero su candidato, Thomas Dewey, perdió dos elecciones contra Franklin D. Roosevelt.
En 1944 fue designado subdirector de la Superintendencia de Seguros del Estado de Nueva York. Uno de los puestos con menor influencia a los que podía aspirar alguien que hiciera carrera en la política en esos días.
Pero Shelby observó algo que nadie más vio.
Con una sola inversión, hecha en 1947 con dinero prestado por la familia de su esposa, se convirtió en un multimillonario. Simplemente compró algunas acciones en la bolsa de valores y las conservo por décadas, mientras reinvertía los dividendos año tras año. Actualmente su familia aún posee estas inversiones y están entre los administradores de dinero más reconocidos en Wall Street. Shelby Davis es uno de los muy pocos casos conocidos de personas que han acumulado una fortuna a través de la posesión pasiva de acciones de empresas públicas. Por supuesto, hay miles de historias de personas que han tenido mucho éxito en los mercados financieros, manejando el dinero de otras personas el dinero de otras personas. Pero Shelby, lo hizo con su dinero. Y además ni siquiera compraba y vendía todo el día, como nos hemos acostumbrado, por las películas de Hollywood, a imaginar que funcionan los mercados de valores.
Todo lo que hizo fue no hacer nada… y reinvertir sus dividendos.
Claro que no fue un camino sin su dosis de emoción. En la crisis de principios de los 70´s vio caer el valor de sus inversiones a menos de la mitad. Pero con una convicción absoluta en su idea, no vendió sus acciones y esperó que estas se recuperaran. Para principios de la década de los 80´s había ingresado a la lista de las 400 personas más ricas de los Estados Unidos según la revista Forbes.
¿Y en qué invirtió Shelby Davis?
Acciones de aseguradoras. Claro, no cualquier acción de una empresa aseguradora. Específicamente empresas de seguros de bienes que operaran en mercados no regulados.
Sentado frente a su escritorio, recordemos que era subdirector de la superintendencia de seguros del Estado de Nueva York, tenía acceso a los libros de contabilidad de todas las aseguradoras que operaban en el estado, que por ser Nueva York eran prácticamente todas aseguradoras de los Estados Unidos.
Contrario a lo que mucha gente se imagina, los seguros no son precisamente un seguro extraordinario. Por ejemplo, en el ramo de seguro de gastos médicos la mayoría de las aseguradoras no cobran lo suficiente para poder pagar las reclamaciones de sus clientes. Para poder ganar dinero lo que hacen es invertir sus reservas, el dinero que retienen de las primas que pagan sus clientes antes de pagar indemnizaciones, para poder cubrir la insuficiencia de primas y hacer negocio. Lo que Shelby Davis observó mientras estaba semi sepultado en su oficina es que no todas las aseguradoras se comportan igual. Algunas compañías, precisamente las que se concentran en seguros de bienes en mercados no regulados, pueden ganar mucho más primas que lo que pagan en indemnizaciones. Para estas compañías el dinero fluye hacia sus arcas y ahí se queda. Estas empresas tienen una forma totalmente legal de quedarse con grandes cantidades de dinero de sus clientes, a través de recargar las primas de los seguros que venden. Y gracias a su ventajosa posición, en lo que para otros hubiera sido un destierro político, en la Superintendencia de Seguros, podía saber exactamente cuales. En 1947 compró acciones de una docena de aseguradoras seleccionadas y pronto dejó el servicio público.
¿Qué nos deja esta historia?
Que cualquiera de nosotros puede repetir la historia de Shelby Davis.
Aunque no tengas ahorros al día de hoy es perfectamente posible para cualquier persona que pueda ahorrar mensualmente dinero durante 15 años y luego invertirlos inteligentemente durante los siguientes 20 evitar el destino de ver como su nivel de vida va decayendo en los últimos años de su vida.